
25 Sep Tarde rotunda de Diego Ventura en Arnedo que corta cuatro orejas
El rejoneador Diego Ventura da una lección magistral de toreo a caballo en el Arnedo Arena y corta cuatro orejas rotundas; los torero Emilio de Justo y Juan Ortega se topan con un encierro sin opciones.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros Arnedo Arena. Se lidiaron toros de Los Espartales (1º y 4º), Juan Pedro Domecq (2º), Parladé (6º) y Núñez del Cuvillo (3º y 5º). El 1º, rajadito pero manejable; el 2º, parado, imposible dar un pase; el 3º, se lastimó una mano; el 4º, nombre y manejable; el 5º, fue a menos; y el 6º, deslucido. Media entrada.
Diego Ventura. Rejón (dos orejas). Rejón (dos orejas). Puerta grande.
Emilio de Justo. Pinchazo hondo tendido, dos descabellos (silencio). Estocada baja (saludos).
Juan Ortega. Estocada (saludos). Dos pinchazos, pinchazo hondo, aviso (silencio).
CRÓNICA de Jesús Rubio para Diario La LA RIOJA
La vuelta al Arnedo Arena en la tarde de este sábado fue extraña, de sentimientos encontrados. Por un lado, la ilusión de volver a ver toros, y por otro, la desilusión de no poder disfrutar de la feria del Zapato de Oro. Por estas fechas, en otro año, la ciudad del calzado estaría recibiendo en los corrales de su plaza a los primeros novillos que se lidiarían en este ciclo de cinco novilladas, en las que los jóvenes luchan por abrirse hueco en el toreo. Algún aficionado se acordó y lo gritó desde el tendido: «Queremos el Zapato de Oro», dijo. Pero la decisión de no celebrarla ya estaba tomada meses antes del festejo de ayer, y nos encontrábamos ante una corrida de toros mixta. Diego Ventura se las vio con un primero algo incierto, que en los primeros compases de la lidia embistió muy rajadito. A lomos de una de sus estrellas, ‘Nazari’, calentó la tarde. Cosido al costado del caballo lo llevó por los diferentes terrenos de la plaza, calibrando perfecto la bronca embestida. Luego terminó templándose el toro, y Ventura le enseñó siempre los pechos del equino al astado. Así clavó varias banderillas. Con ‘Lio’ llegó la locura. Ajustadísimos fueron los quiebros. Qué control. Citaba, esperaba, y cuando tenía al toro ya a milímetros hacía el quiebro. Con un carrusel de banderillas cortas abrochó la faena que fue premiada con dos orejas. Otras dos cortó en el cuarto. Cada batida fue una explosión, aunque algunas se deslucieron cuando no lograba clavar o pasaba en falso. El clímax de la faena llegó cuando le quitó la cabezada a ‘Bronce’, y dirigiendo al equino únicamente con las piernas lo toreó sensacional, componiendo una figura a tres, reunida, en un reducido espacio y dando siempre la cara al toro. Todo muy medido. Muy torera la escena. El caballo trató de morder la testuz del toro en varia ocasiones, todo intencionadamente, y la gente entró de lleno. Antes, a lomos de ‘Sueño’, toreó muy bonito. Una vuelta al ruedo dio con el animal cosido a la grupa, y en un segundo cambió el viaje metiéndose por los adentros. Con ‘Guadiana’ colocó tres rosas al violín y remató la faena con un rejón entero. Le costó doblar al toro pero el doble trofeo era más que merecido. Ventura sigue revolucionando el toreo a caballo y conquistando. El Roca Rey del rejoneo.
El segundo fue para Emilio de Justo, un animal de Juan Pedro Domecq al que no le pudo darle un pase. Cuando cogió la muleta se aplomó el toro y no logró meterlo en los vuelos. El quinto cogía los engaños revolviéndose pronto. Dobló las manos en varias ocasiones pero De Justo pudo tirar de él con mando. A medida que lo fue metiendo en la faena le fue bajando la mano, pero pronto echó la persiana. El toro no tenia motor para seguir embistiendo.
Fueron cinco las verónicas con las que Juan Ortega en el sexto exhibió su el toreo excelso con el capote. Lo toreó de manea colosal por este palo, encajando el mentón en el pecho y sin perder la verticalidad, con suma delicadeza y el máximo temple. Una pena fue que el toro ya en la muleta se vino abajo. Se la plantó con firmeza y por doblones lo fue sacando a los medios. El toro parecía que se iba a dejar pero pronto se quedó sin fondo y transitamos durante unos minutos observando como Ortega se dejaba el alma en esa búsqueda del toreo que no llegó. Algún muletazo suelto de gran torería sí que hubo, pero algo breve. El toro que le tocó primero se lastimó la mano izquierda en el remate por bajo con el que cerró la primera serie. La tanda había sido espectacular. Por doblones, y con un dominio muy torero. Tuvo una esencia especial esa primera toma de contacto, nos conectó desde el mismo instante, pero pronto nos desenchufamos. El toro se quejaba bastante y tomaba los vuelos doliéndose. Optó por no continuar ante la embestida desigual y la imagen fea que transmitía el toro, y tras una estocada fue ovacionado.